Llegó el día, la noche antes
apenas pude dormir, por delante el viaje a Santander donde me encontraría con
Valentín que ya estaba allí y casi 600 km de rutas en bici por un terreno que
sin lugar a dudas, nada tiene que ver con el que habitualmente recorremos en
nuestras rutas. Iban a ser doce días ininterrumpidos con nuestras bicis, otro
reto más a sumar, ya que al menos yo, solo había encadenado 2 o 3 días
consecutivos de rutas en bici.
Tras el correspondiente madrugón,
algo más de 500 km en coche hasta Santander desde Mora.
Valentín se había
encargado de coordinarlo todo, ya que ante la preferencia de los peregrinos a
pie en los albergues y la posibilidad de encontrarnos sin sitio en alguno de
estos, tenía reservados hostales y pensiones en cada una de las etapas, y la
primera de ellas en Santander.
Una vez en Santander, nos registramos en
el hostal, guardamos las bicis y nos fuimos a comer con la familia a la “Playa del Sardinero”, ya que aprovecharían para tener unas vacaciones en el norte (que les encanta) “acompañándonos”
en el Camino; con ellas nos veríamos cada tres días, ya que Valentin y su mujer Ana, que están en
todo, hicieron coincidir los diferentes alojamientos rurales en los que se
alojarían nuestras familias con nuestras etapas.
Tras la comida, las chicas
emprendieron camino hasta su primer destino “Gobiendes” una parroquia del concejo de Colunga en Asturias, y Valentin y
yo quedamos solos en Santander, “en capilla” como los toreros.
Todo el mundo nos había dicho que
el Camino del Norte, nos ofrecería unos parajes boscosos y verdes, caminos que
atraviesan desde idílicos pueblos hasta grandes ciudades.
Según parece, hace nada menos que doce siglos, la noticia del
descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago en Compostela traspasa las
fronteras de los pequeños reinos hispanos y se difunde por toda Europa. Primero
cientos y luego miles de cristianos se dirigen a la tumba del Apóstol en
peregrinación, convirtiendo al Camino de Santiago en espina dorsal de la futura
España.
Dicen que una de las rutas más
activas en los primeros años de peregrinación, discurría a lo largo de la costa
cantábrica y era denominada como el Camino de la Costa. También nos cuentan que
la dureza de la ruta costera, unido al apoyo de los reyes cristianos a la
peregrinación por caminos interiores, dejó al Camino de la Costa como ruta
secundaria durante varios siglos, cuando las peregrinaciones a Santiago
alcanzaron su punto álgido.
Sin embargo, durante los primeros
años del presente siglo, el Camino del Norte, que englobaría los caminos de la Costa
y el Primitivo, ha vivido un auge extraordinario, quizás gracias
precisamente a esa combinación de belleza y dureza que lo hace verdaderamente
especial, con la colaboración sin duda de otros factores como la divulgación de
historiadores y asociaciones, o el apoyo y promoción por parte de las
diferentes administraciones.
Este hecho está convirtiendo al Camino del Norte en
una verdadera alternativa al Camino Francés para los peregrinos llegados de
todas partes del mundo, incansables viajeros atraídos por los encantos de estas
tierras norteñas y huyendo de la alarmante masificación del francés (damos fé de ello, y además es objeto de
todas las charlas entre peregrinos), o como “segundo Camino” tras haber
realizado anteriormente una primera peregrinación por la ruta jacobea más
famosa.
Un largo paseo
sirvió para hablar de nuestras expectativas ante el Camino, de nuestros miedos,
de nuestras dudas, pero sobre todo, de nuestras ganas de comenzar, en nuestros
ojos se intuía un brillo especial, una mezcla de ilusión y nervios difícil de
explicar.
Un paseo en el que un sirimiri inicial dio paso a la lluvia que nos acompañaría
el primer día de Camino, algo que en ningún momento empañó la belleza de
Santander.
Había unas jornadas Romanas en
Santander ese fin de semana, con un mercado Romano, puestos, espectáculos y
otras actividades justo en el paseo frente al hostal. En uno de esos puestos
cenamos ligero y a dormir prontito…, que mañana empezamos.
Una vez en el hostal repaso a nuestras alforjas,
revisamos la ruta del día siguiente…, y a dormir, que ¡empezamos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario