Distancia: 50 Km
Terreno: Mixto
Dificultad: Media
Seis días ya de Camino, amanece
gris en Cudillero, nada raro por otra parte en Asturias, aunque como todo el
que ha estado allí alguna vez, a medida que avanza la mañana se suele abrir y
quedar un día estupendo y soleado (al menos en verano)…, y así fue.
Comenzamos el día con un estupendo y copioso desayuno (incluido en el
precio de habitación), zumo, café con leche, tostadas con tomate y aceite…, y
aún así nos sobró un inmenso croissant y una pulga de jamón (esta última la
guardamos cuidadosamente en la mochila…, así llevaríamos una estupenda “barrita
energética”)…, un estupendo colofón a nuestra estancia en el Hotel Lupa, que
realmente recomendamos.
La ruta prometía dureza, y aunque
eran menos Km que otros días, el perfil de la misma hacía presagiar lo que así
ocurrió, que no fue otra cosa que encontrarnos con un auténtico sube y baja
constante, con un perfil que sin subir cumbres ni altos, se parecía a un
electrocardiograma en el que las subidas son muy pronunciadas y las bajadas…..,
las bajadas una pasada, jajajaja.
Los paisajes y bosques asturianos
son increíbles, y en esas subidas y bajadas lo pasamos en grande pedaleando por
veredas estrechas y sinuosas, atravesando arroyos, e inevitablemente empujando
la bici pendiente arriba. En varias ocasiones la rueda delantera perdía
tracción por la elevada pendiente y por el peso de las alforjas de la parte trasera de la bici.
Era impresionante salir del
bosque y encontrarte con una aldea, o una playa…, la paz, el silencio y los olores
del bosque nos cautivaban, silencio sólo roto por el sonido de nuestro pedaleo
y algún comentario o indicación que nos dábamos…, pero silencio…, un maravilloso silencio y los ojos como platos ante tanta belleza en el
paisaje, que ni con las fotos ni los vídeos, y mucho menos con estas palabras,
seríamos capaces de explicar en plenitud.
Entre otras cosas encontramos una
ermita al final de una subida en la que hicimos una parada para reponer
fuerzas, líquidos y hacernos unas fotos, y aprovechamos para charlar un rato con
un matrimonio suizo que estaba haciendo el Camino a pie.
Un poco más adelante…, y como todo lo que sube
baja, tras una importante bajada llegamos a un valle por el que discurría el Río
Esva. Paramos en mitad del puente a observar las peripecias y tremendo
esfuerzo que realizaban los salmones para nadar contra corriente río arriba para
desovar. Es muy curioso, un verdadero espectáculo observar como lo hacen…, al
menos a nosotros nos tuvo un rato embelesados mirando y comentando cada uno de
los intentos. Justo al lado de ellos, en la orilla y como prueba del calor que
ese día hacía, un grupo de vacas se refrescaba en las aguas del rio…, sin duda,
unos “peces” muy especiales.
Vuelta a la bici y vuelta a
subir, para encarar la última cumbre de la jornada tras la cual, enfilamos una larga
recta para acabar con una rápida bajada hacia Luarca, donde después de
callejear un ratillo, decidimos parar y disfrutar de algo muy típico de esta
localidad asturiana, unas buenas fabes, que disfrutamos muchísimo.
* Aquí tenéis el track de la Ruta del Día 6
* Algunas fotos de la ruta en el Álbum del Día 6
En resumen, una ruta que resultó dura, ya que entre el perfil y el cansancio acumulado, las piernas empezaban a
notarlo, así que lo mejor que podíamos hacer era ir a la Playa de
Salinas a disfrutar de las gélidas aguas cantábricas, lo que estaréis con
nosotros…, para las piernas después del esfuerzo es “mano de santo”. Después, como
siempre, terminamos haciendo turismo por el pueblo de destino, en este caso Luarca, la que recomendamos totalmente.
Ya habían pasado 3 días más, así
que tocaba tarde y velada con nuestras familias, unas horas en las que
compartimos nuestras jornadas, anécdotas vivencias, besos y abrazos…, y a
descansar que al día siguiente tocaba la etapa 7 hacia tierras gallegas, ya que
iríamos a Ribadeo, primera parada en tierras gallegas, cada vez más cerca de
nuestro objetivo final.
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